De vivienda familiar a coqueto apartamento.
Nos encontramos con una casa familiar compuesta por 3 dormitorios más el de servicio, 2 baños más el de servicio y un amplio salón-comedor con salida a una terraza. La propietaria, ya con hijos mayores, no necesitaba un espacio tan grande, por lo que optó por partir el piso en dos y alquilar uno de ellos.
De resultas de esta división surgieron dos pisos. El de la izquierda del plano, listo para alquilar, cuenta con dos dormitorios con baño propio y un único espacio abierto que integra cocina, comedor y salón. El de la derecha, que es el que va a conservar la propietaria, cuenta con dormitorio principal con baño en suite, un dormitorio de invitados con despacho, otro baño y un espacio de concepto abierto para salón, comedor y cocina.
La prioridad era que, a pesar de reducir los metros útiles, la casa resultase amplia y luminosa. La mejor forma de conseguirlo era proyectar un espacio único que albergara la cocina, el comedor y el salón, resultando un espacio en «L» cómodo y funcional.
Pocos elementos, de estructuras ligeras, como tubos de poco diámetro o cristal, colaboran a que la luz apenas encuentre obstáculos para poder extenderse de forma eficiente por toda la estancia.
A maximizar el caudal lumínico también contribuye un juego de espejos, repartidos por todo el espacio, sobre los que rebota y se multiplica bañando hasta el último rincón de esta estancia, que resulta amplia y confortable.
La propietaria quería un estilo clásico y atemporal, que resultase cálido y acogedor. Muebles con pátina y decapé conviven con dorados y elementos más contemporáneos para conformar un espacio ecléctico de tintes provenzales.
El comedor provenzal que elegimos para este espacio, como la mesa auxiliar de pata de piña y la decoración floral, convive con piezas que la propietaria quería conservar, como el sofá y los lienzos, que se llevaron a reenmarcar. Asimismo, la propietaria también quiso mantener el suelo original de la vivienda.
Se proyectó una cocina en línea, que fue diseñada alrededor de la nevera americana que poseía la propietaria; lo que propició que se pudiese colocar una barra de desayuno en mármol. La cocina, lacada en un sutil tono topo, de líneas rectas y sin tiradores, resulta muy limpia y cómoda y pasa desapercibida, resultando un marco idóneo para el comedor de estilo provenzal.
La habitación que antiguamente pertenecía a la hija de la propietaria se ha convertido en una habitación de invitados; pensada, sobre todo, para albergar a cualquiera de sus dos hijos cuando vaya de visita. El espíritu joven y divertido se aprecia en cada detalle y el toque personal lo pone una secuencia de seis fotos que retrata a los jóvenes en alguno de sus viajes. Bajo la ventana se ha dispuesto un pequeño rincón de trabajo.
El cabecero lo enmarca un divertido papel de Coordonné, que, junto con los cojines estampados, reflejan la pasión por la aventura y los viajes que la propietaria y sus hijos realizan con frecuencia.
El dormitorio principal se proyectó como un espacio amplio, luminoso y sereno, con baño en suite, donde el blanco, el beige y los dorados fluyen en contraste con el aguamarina. Los paramentos son los verdaderos protagonistas de este espacio.
Un paramento de cristal hace las veces de separación entre un espacio y otro; aunque en realidad los límites vienen marcados por el cambio en los solados. Así, el baño no solo cuenta con un tipo de azulejo, sino que la zona de la bañera, enmarcada por azulejos hexagonales de cerámica en aguamarina, se diferencia del resto y queda delimita como una zona con entidad propia, creada para el relax.
La escena queda completa con una original lámpara de techo en dorado, ligera y sofisticada, que pone la guinda en un pastel que llama al lujo y al mindfulness.
Una casa que, a pesar de haberse visto sometida a una reducción de metros útiles, resulta amplia, luminosa, cómoda, funcional, encantadora y, lo más importante, a la medida de su propietaria.